El expresionismo fue un movimiento de principios del siglo XX que surgió como reacción al naturalismo literario y al impresionismo pictórico. Los expresionistas defendían un arte personal, cercano a la intuición, donde se percibía la visión interna del artista. Si del Romanticismo, el Expresionismo recogió la idea de libertad individual y la expresión subjetiva, del Simbolismo, adoptó el irracionalismo y los temas prohibidos -lo fantástico, lo grotesco, lo sexual y lo onírico-. A través de los colores y las formas deformadas, el expresionismo consiguió transmitir las emociones del artista. Además, reflejó no sólo las circunstancias personales, sino también los momentos históricos de la Alemania anterior a la Primera Guerra Mundial. En definitiva, mostró el pesimismo de la sociedad alemana, heredera también del decadentismo de finales del XIX.
Ahora bien, el Expresionismo impregnó el cine después de la Primera Guerra Mundial, justo cuando había desaparecido como corriente artística. Y es que la distorsión formal tuvo buena acogida en cine: ya fuera a través de la deformación del decorado, la exageración del maquillaje o la iluminación contrastada.
Desde la creación de la UFA (Universum Film Aktien) en 1917, el cine mudo alemán vivió uno de sus mejores momentos. Destacaron directores como Paul Wegener, Friedrich Wilheim Murnau, Robert Wiene, Fritz Lang y Georg Wilhelm Pabst.
“El Golem” (1920) Paul Wegener
“El Golem” (1914), Paul Wegener
Si nos fijamos en los fotogramas de El Golem, veremos como una de las características de la iluminación fue el claro oscuro. Gracias a esta técnica se acentuaba el contraste entre luces y sombras, destacando así los relieves. Además, como en el caso de El gabinete del Doctor Caligari (1919), esta iluminación en claroscuro acentuaba también los deformados decorados.
“El gabinete del Doctor Caligari” (1919), Robert Wiene
También muy característico de la iluminación del cine expresionista alemán, fue la utilización simbólica de las sombras. Éstas expresaron la deformidad/monstruosidad de los personajes que, en definitiva, representaban la angustia de la Alemania del ocaso de la República de Weimar y del ascenso del nacionalsocialismo.
“El gabinete del Doctor Caligari” (1919), Robert Wiene
“Nosferatu” (1922) de Friedrich Wilheim Murnau
No hay comentarios